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Cardonal-tabaibal
El
cardonal-tabaibal es una formación vegetal mixta
propia de las zonas bajas y costeras de Canarias, dominada fundamentalmente
por la presencia de cardones y tabaibas, plantas suculentas de la familia de
las euforbiáceas.
Su distribución abarca las laderas y llanuras inferiores de las Islas, principalmente en las zonas más cálidas y secas, apareciendo bien definida entre los 0 y los 300-400 m s.n.m. en las vertientes orientadas al norte, y los 0 y 600-700 m s.n.m. en las vertientes del sur y suroeste, dependiendo estos límites de la mayor o menor exposición del terreno a los vientos alisios.
El clima predominante en esta zona es cálido y seco, con una temperatura media de unos 20º C y precipitaciones anuales de entre 100-350 mm, concentradas principalmente en otoño e invierno. El grado de insolación es muy elevado y la humedad ambiental suele ser moderada. Los suelos ocupados por el cardonal-tabaibal son variados: suelos más o menos desarrollados, terrenos pedregosos, campos de lavas (malpaíses), etc. En áreas muy cercanas al mar puede aparecer la arena como elemento predominante conformando los llamados jables; en estas áreas la vegetación está conformada por especies sabulícolas, es decir adaptadas a vivir en arenas sueltas.
Esta comunidad vegetal se caracteriza por sus adaptaciones a la aridez, pues, dado que la precipitación anual es muy inferior a la evaporación, las especies que viven en su ámbito se ven sometidas a un constante estrés hídrico, motivo por el que han desarrollado una amplia gama de mecanismos adaptativos para aprovechar al máximo la escasa agua existente, como son:
Suculencia. Durante el periodo de lluvias las raíces absorben toda la cantidad de agua que pueden y la almacenan en grandes células parenquimáticas situadas en los tallos, que se engrosan notablemente, convirtiéndose en auténticos depósitos de líquido, y dotando a la planta de ese aspecto suculento típico de las plantas que viven en ambientes xéricos. Este mecanismo es el utilizado por especies como los cardones, verodes, tabaibas y cardoncillos.
Reducción foliar. Muchas especies disminuyen el tamaño de sus hojas para minimizar la pérdida de agua por transpiración. Por ejemplo, la leña buena tiene hojas lineares, las del balo son filiformes, y el cardón y la tabaibilla casi no tienen hojas. Otras especies pierden casi todo su follaje durante los meses más secos, para evitar la pérdida de agua.
Recubrimiento céreo. Algunas especies aparecen recubiertas por una fina capa de cera blanquecina que las protegen de la intensa radiación solar, como es el caso de los cardoncillos.
Ampliación del sistema radicular. Las raíces son muy largas, superficiales y orientadas en todas direcciones, ocupando de este modo una gran superficie del terreno para aprovechar toda la humedad. Esta adaptación hace que estas plantas se conviertan en excelentes fijadoras del suelo, evitando los procesos erosivos.
Crecimiento en formación abierta. Las plantas crecen bastante separadas entre sí, dejando espacios más o menos extensos del suelo al descubierto. La densidad vegetal será menor cuanto más árida sea la zona, aumentando en aquellos lugares en que el aporte de humedad, bien por lluvia directa o por la influencia húmeda del alisio, sea mayor.
En las zonas costeras más áridas aparecen los tabaibales, caracterizados por la presencia de la tabaiba dulce (Euphorbia balsamifera ssp. balsamifera). Esta especie presenta un gran interés biogeográfico, en relación al origen de la flora costera de las Islas Canarias, ya que cuenta con parientes más o menos cercanos en las costas africanas (Marruecos, Sahara, Mauritania...), así como en puntos aislados del África oriental.
Con cierta frecuencia, los tabaibales pueden hallarse mezclados con los cardonales, que se caracterizan fundamentalmente por la dominancia del cardón (Euphorbia canariensis). Los cardonales son comunidades muy diversificadas en elementos florísticos, presentando, además, una fauna asociada, también variada y de gran interés, con numerosas especies endémicas. No obstante, los cardones pueden desarrollarse individualmente y alcanzar grandes dimensiones en altura y extensión, en el pasado de hasta más de100 metros cuadrados.
Gran parte del hábitat original del cardonal-tabaibal ha sufrido una gran degradación antrópica, habiendo sido destruido por la construcción de complejos turísticos o instalaciones agroindustriales (plataneras, invernaderos, etc.). Aún así, en todas las Islas se encuentran aún cardonales y tabaibales en buen estado de conservación, incluidos los islotes de Lobos y Graciosa.
El territorio del cardonal-tabaibal se explotó en el pasado principalmente como lugar de pastoreo. La tabaiba mejorera (Euphorbia atropurpurea) lleva esta denominación por la creencia, aún mantenida por los cabreros de las Islas, de que esta planta mejoraba la calidad de la leche y la carne, y beneficiaba la salud de los animales. Los cardones y las tabaibas fueron utilizados como combustible y para extraer su látex con fines terapéuticos.
Flora
Las especies predominantes del cardonal-tabaibal son el cardón (Euphorbia canariensis) y algunas especies de tabaibas: tabaiba dulce (Euphorbia balsamifera ssp. balsamifera), tabaiba amarga (Euphorbia lamarckii), tabaibilla (Euphorbia aphylla), cardón de Jandía (Euphorbia handiensis), tabaiba roja (Euphorbia atropurpurea). Los cardones son importantes en este tipo de vegetación, ya que sirven de refugio frente al ganado a un conjunto de especies que con frecuencia se desarrollan enredados en sus tallos, como cornicales (Periploca laevigata) asaigos (Rubia fruticosa) esparragueras (Asparagus spp.), etc.
Junto a ellas se desarrolla un variado cortejo de endemismos, entre los que destacan el verode (Kleinia neriifolia), la leña buena (Neochamaelea pulverulenta), los cardoncillos (Ceropegia fusca y Ceropegia dichotoma), el balo (Ploclama pendula), la aulaga (Launaea arborescens), la vinagrera (Rumex lunaria), el tajinaste de costa (Echium brevirame), el romero marino (Campylanthus salsoloides), las magarzas (Argyranthemum frutescens), la lavanda canaria (Lavandula canariensis), el salado (Schizogyne sericea), el tomillo marino (Frankenia ericifolia), los corazoncillos (Lottus sessilifolius) o, en suelos más profundos, la retama (Retama rhodorhizoides).
También destacan en este hábitat numerosas especies del género Aeonium, conocidas vulgarmente con el nombre de verodes, veroles o bejeques, como es el caso de Aeonium davidbramwelli, Aeonium ciliatum, Aeonium nobile, Aeonium urbicum, Aeonium arboreum, etc. En algunas lugares hay grandes extensiones ocupadas por las barrillas (Mesembryanthemum crystallinum y Mesembryanthemum nodiflorum).
También destaca en esta zona la abundante presencia de numerosas especies introducidas y que se comportan como invasoras, con un variable grado de agresividad hacia la flora autóctona, como las tuneras (Opuntia maxima, Opuntia dillenii), la pitera (Agave americana), el aloe (Aloe vera, Aloe arborescens), el rabo de gato (Pennisetum setaceum), etc.
Las especies del cardonal-tabaibal se combinan de modo muy variado, dando lugar a muchas asociaciones que dependen del tipo de suelo, de la influencia de la salinidad y la orientación del terreno.
Aunque el cardonal-tabaibal no es un hábitat muy apropiado para la flora fúngica, es posible observar ocasionalmente algunos hongos, especialmente después de las lluvias. Entre ellos están Montanea arenaria, Inonotus tamaricis, Battarea stevenii, Tulustoma brumale, Lycoperdon perlatum, Astraeus hygrometricus, Vascellum pratense, etc.
La flora liquénica tiene una buena representación, encontrándose numerosas comunidades que colonizan las lavas y rocas volcánicas, con especies como Caloplaca gloria, Xanthoria resendei, Ramalina bourgeana, Rhizocarpon viridiatrum, Roccelletum canariensis, Lecanora sulphurella, etc.
Fauna
La fauna del Cardonal tabaibal es pobre en animales vertebrados, destacando únicamente algunas aves y reptiles, aunque no son exclusivas de este ecosistema. Sin embargo, están muy bien representados los insectos, siendo frecuentes elementos endémicos asociados a cardones y tabaibas.
Los reptiles más abundantes son los lagartos: el lagarto tizón (Gallotia galloti) en las Islas occidentales, el lagarto canarión (Gallotia stehlini) en Gran Canaria, y el lagarto de Haría (Gallotia atlantica) en Lanzarote y Fuerteventura. Menos frecuentes son los perenquenes (Tarentola spp.) y las lisas o eslizones (Chalcides spp.).
Entre las aves cabe mencionar tres especies singulares: la hubara, el corredor y la tarabilla canaria. La hubara (Chlamydotis undulata) vive en las extensas y áridas llanuras de Fuerteventura y Lanzarote. De modo natural aparece distribuida por zonas del norte de África y el sur de Asia, y la población canaria constituye una subespecie endémica de estas islas. El corredor (Cursorius cursor) tiene una distribución y hábitat similar a la hubara. Al igual que ésta, su coloración se mimetiza perfectamente con el medio en que vive y, si se ve en peligro, se agazapa y pasa desapercibido; sus patas tienen tres únicos dedos que le permiten correr a gran velocidad. Tanto el corredor como la hubara anidan en el suelo. La tarabilla canaria (Saxicola dacotiae) es endémica de Canarias y solo se encuentra en la isla de Fuerteventura, anidando entre las rocas o en la base de los arbustos.
Otras aves que habitan en este medio son la perdiz moruna (Alectoris barbara), el alcaraván (Burhinus oedicnemus), la ortega (Pterocles orientalis), la tórtola (Streptopelia turtur), el camachuelo trompetero o pájaro moro (Rhodopechys githaginea), la terrera marismeña o calandria (Calandrella rufescens), y el bisbita caminero (Anthus berthelotii), exclusivo de Canarias y Madeira.
El alcaudón real (Lanius excubitor) es un experimentado cazador de pequeños reptiles, roedores y pajarillos que, al carecer de fuertes garras, clava sus presas en arbustos espinosos y los va desgarrando con el pico. El muy abundante cernícalo (Falco tinnunculus), y los muy escasos alimoche o guirre (Neophron percnopterus) y el halcón de berbería (Falco peregrinoides) figuran entre las rapaces que sobrevuelan estos parajes.
Los insectos más notables son los que están ligados directamente a cardones y tabaibas: así, las larvas de los escarabajos longicornios (Lepromoris gibba, Stenidea albida) se desarrollan en las partes muertas de estas especies, y las orugas de la mariposa esfinge (Hyles euphorbiae), que se alimentan exclusivamente de las hojas y tallos de las tabaibas.
Su distribución abarca las laderas y llanuras inferiores de las Islas, principalmente en las zonas más cálidas y secas, apareciendo bien definida entre los 0 y los 300-400 m s.n.m. en las vertientes orientadas al norte, y los 0 y 600-700 m s.n.m. en las vertientes del sur y suroeste, dependiendo estos límites de la mayor o menor exposición del terreno a los vientos alisios.
El clima predominante en esta zona es cálido y seco, con una temperatura media de unos 20º C y precipitaciones anuales de entre 100-350 mm, concentradas principalmente en otoño e invierno. El grado de insolación es muy elevado y la humedad ambiental suele ser moderada. Los suelos ocupados por el cardonal-tabaibal son variados: suelos más o menos desarrollados, terrenos pedregosos, campos de lavas (malpaíses), etc. En áreas muy cercanas al mar puede aparecer la arena como elemento predominante conformando los llamados jables; en estas áreas la vegetación está conformada por especies sabulícolas, es decir adaptadas a vivir en arenas sueltas.
Esta comunidad vegetal se caracteriza por sus adaptaciones a la aridez, pues, dado que la precipitación anual es muy inferior a la evaporación, las especies que viven en su ámbito se ven sometidas a un constante estrés hídrico, motivo por el que han desarrollado una amplia gama de mecanismos adaptativos para aprovechar al máximo la escasa agua existente, como son:
Suculencia. Durante el periodo de lluvias las raíces absorben toda la cantidad de agua que pueden y la almacenan en grandes células parenquimáticas situadas en los tallos, que se engrosan notablemente, convirtiéndose en auténticos depósitos de líquido, y dotando a la planta de ese aspecto suculento típico de las plantas que viven en ambientes xéricos. Este mecanismo es el utilizado por especies como los cardones, verodes, tabaibas y cardoncillos.
Reducción foliar. Muchas especies disminuyen el tamaño de sus hojas para minimizar la pérdida de agua por transpiración. Por ejemplo, la leña buena tiene hojas lineares, las del balo son filiformes, y el cardón y la tabaibilla casi no tienen hojas. Otras especies pierden casi todo su follaje durante los meses más secos, para evitar la pérdida de agua.
Recubrimiento céreo. Algunas especies aparecen recubiertas por una fina capa de cera blanquecina que las protegen de la intensa radiación solar, como es el caso de los cardoncillos.
Ampliación del sistema radicular. Las raíces son muy largas, superficiales y orientadas en todas direcciones, ocupando de este modo una gran superficie del terreno para aprovechar toda la humedad. Esta adaptación hace que estas plantas se conviertan en excelentes fijadoras del suelo, evitando los procesos erosivos.
Crecimiento en formación abierta. Las plantas crecen bastante separadas entre sí, dejando espacios más o menos extensos del suelo al descubierto. La densidad vegetal será menor cuanto más árida sea la zona, aumentando en aquellos lugares en que el aporte de humedad, bien por lluvia directa o por la influencia húmeda del alisio, sea mayor.
En las zonas costeras más áridas aparecen los tabaibales, caracterizados por la presencia de la tabaiba dulce (Euphorbia balsamifera ssp. balsamifera). Esta especie presenta un gran interés biogeográfico, en relación al origen de la flora costera de las Islas Canarias, ya que cuenta con parientes más o menos cercanos en las costas africanas (Marruecos, Sahara, Mauritania...), así como en puntos aislados del África oriental.
Con cierta frecuencia, los tabaibales pueden hallarse mezclados con los cardonales, que se caracterizan fundamentalmente por la dominancia del cardón (Euphorbia canariensis). Los cardonales son comunidades muy diversificadas en elementos florísticos, presentando, además, una fauna asociada, también variada y de gran interés, con numerosas especies endémicas. No obstante, los cardones pueden desarrollarse individualmente y alcanzar grandes dimensiones en altura y extensión, en el pasado de hasta más de100 metros cuadrados.
Gran parte del hábitat original del cardonal-tabaibal ha sufrido una gran degradación antrópica, habiendo sido destruido por la construcción de complejos turísticos o instalaciones agroindustriales (plataneras, invernaderos, etc.). Aún así, en todas las Islas se encuentran aún cardonales y tabaibales en buen estado de conservación, incluidos los islotes de Lobos y Graciosa.
El territorio del cardonal-tabaibal se explotó en el pasado principalmente como lugar de pastoreo. La tabaiba mejorera (Euphorbia atropurpurea) lleva esta denominación por la creencia, aún mantenida por los cabreros de las Islas, de que esta planta mejoraba la calidad de la leche y la carne, y beneficiaba la salud de los animales. Los cardones y las tabaibas fueron utilizados como combustible y para extraer su látex con fines terapéuticos.
Flora
Las especies predominantes del cardonal-tabaibal son el cardón (Euphorbia canariensis) y algunas especies de tabaibas: tabaiba dulce (Euphorbia balsamifera ssp. balsamifera), tabaiba amarga (Euphorbia lamarckii), tabaibilla (Euphorbia aphylla), cardón de Jandía (Euphorbia handiensis), tabaiba roja (Euphorbia atropurpurea). Los cardones son importantes en este tipo de vegetación, ya que sirven de refugio frente al ganado a un conjunto de especies que con frecuencia se desarrollan enredados en sus tallos, como cornicales (Periploca laevigata) asaigos (Rubia fruticosa) esparragueras (Asparagus spp.), etc.
Junto a ellas se desarrolla un variado cortejo de endemismos, entre los que destacan el verode (Kleinia neriifolia), la leña buena (Neochamaelea pulverulenta), los cardoncillos (Ceropegia fusca y Ceropegia dichotoma), el balo (Ploclama pendula), la aulaga (Launaea arborescens), la vinagrera (Rumex lunaria), el tajinaste de costa (Echium brevirame), el romero marino (Campylanthus salsoloides), las magarzas (Argyranthemum frutescens), la lavanda canaria (Lavandula canariensis), el salado (Schizogyne sericea), el tomillo marino (Frankenia ericifolia), los corazoncillos (Lottus sessilifolius) o, en suelos más profundos, la retama (Retama rhodorhizoides).
También destacan en este hábitat numerosas especies del género Aeonium, conocidas vulgarmente con el nombre de verodes, veroles o bejeques, como es el caso de Aeonium davidbramwelli, Aeonium ciliatum, Aeonium nobile, Aeonium urbicum, Aeonium arboreum, etc. En algunas lugares hay grandes extensiones ocupadas por las barrillas (Mesembryanthemum crystallinum y Mesembryanthemum nodiflorum).
También destaca en esta zona la abundante presencia de numerosas especies introducidas y que se comportan como invasoras, con un variable grado de agresividad hacia la flora autóctona, como las tuneras (Opuntia maxima, Opuntia dillenii), la pitera (Agave americana), el aloe (Aloe vera, Aloe arborescens), el rabo de gato (Pennisetum setaceum), etc.
Las especies del cardonal-tabaibal se combinan de modo muy variado, dando lugar a muchas asociaciones que dependen del tipo de suelo, de la influencia de la salinidad y la orientación del terreno.
Aunque el cardonal-tabaibal no es un hábitat muy apropiado para la flora fúngica, es posible observar ocasionalmente algunos hongos, especialmente después de las lluvias. Entre ellos están Montanea arenaria, Inonotus tamaricis, Battarea stevenii, Tulustoma brumale, Lycoperdon perlatum, Astraeus hygrometricus, Vascellum pratense, etc.
La flora liquénica tiene una buena representación, encontrándose numerosas comunidades que colonizan las lavas y rocas volcánicas, con especies como Caloplaca gloria, Xanthoria resendei, Ramalina bourgeana, Rhizocarpon viridiatrum, Roccelletum canariensis, Lecanora sulphurella, etc.
Fauna
La fauna del Cardonal tabaibal es pobre en animales vertebrados, destacando únicamente algunas aves y reptiles, aunque no son exclusivas de este ecosistema. Sin embargo, están muy bien representados los insectos, siendo frecuentes elementos endémicos asociados a cardones y tabaibas.
Los reptiles más abundantes son los lagartos: el lagarto tizón (Gallotia galloti) en las Islas occidentales, el lagarto canarión (Gallotia stehlini) en Gran Canaria, y el lagarto de Haría (Gallotia atlantica) en Lanzarote y Fuerteventura. Menos frecuentes son los perenquenes (Tarentola spp.) y las lisas o eslizones (Chalcides spp.).
Entre las aves cabe mencionar tres especies singulares: la hubara, el corredor y la tarabilla canaria. La hubara (Chlamydotis undulata) vive en las extensas y áridas llanuras de Fuerteventura y Lanzarote. De modo natural aparece distribuida por zonas del norte de África y el sur de Asia, y la población canaria constituye una subespecie endémica de estas islas. El corredor (Cursorius cursor) tiene una distribución y hábitat similar a la hubara. Al igual que ésta, su coloración se mimetiza perfectamente con el medio en que vive y, si se ve en peligro, se agazapa y pasa desapercibido; sus patas tienen tres únicos dedos que le permiten correr a gran velocidad. Tanto el corredor como la hubara anidan en el suelo. La tarabilla canaria (Saxicola dacotiae) es endémica de Canarias y solo se encuentra en la isla de Fuerteventura, anidando entre las rocas o en la base de los arbustos.
Otras aves que habitan en este medio son la perdiz moruna (Alectoris barbara), el alcaraván (Burhinus oedicnemus), la ortega (Pterocles orientalis), la tórtola (Streptopelia turtur), el camachuelo trompetero o pájaro moro (Rhodopechys githaginea), la terrera marismeña o calandria (Calandrella rufescens), y el bisbita caminero (Anthus berthelotii), exclusivo de Canarias y Madeira.
El alcaudón real (Lanius excubitor) es un experimentado cazador de pequeños reptiles, roedores y pajarillos que, al carecer de fuertes garras, clava sus presas en arbustos espinosos y los va desgarrando con el pico. El muy abundante cernícalo (Falco tinnunculus), y los muy escasos alimoche o guirre (Neophron percnopterus) y el halcón de berbería (Falco peregrinoides) figuran entre las rapaces que sobrevuelan estos parajes.
Los insectos más notables son los que están ligados directamente a cardones y tabaibas: así, las larvas de los escarabajos longicornios (Lepromoris gibba, Stenidea albida) se desarrollan en las partes muertas de estas especies, y las orugas de la mariposa esfinge (Hyles euphorbiae), que se alimentan exclusivamente de las hojas y tallos de las tabaibas.