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Pinar
Por encima de las zonas de laurisilva o fayal-brezal en las vertientes del
norte (1.200-1.300 m s.n.m.), y del límite superior del cardonal-tabaibal en el
sur-suroeste (700-800 m s.n.m.), el aire se hace más seco, la insolación aumenta y
las temperaturas diurnas y estacionales son menos uniformes, pudiendo
producirse algunas heladas y nevadas durante el invierno, acentuándose
además los contrastes térmicos entre el día y la noche. Estas son las
condiciones climáticas en las que se desarrollan los bosques de pino
canario (Pinus canariensis), ocupando una franja que llega hasta unos 2.000 m de altitud. Esta
distribución altitudinal del pino canario condiciona su presencia en el
Archipiélago, localizándose los bosques de pinos más extensos de Canarias en
las islas de Tenerife, La Palma,
El Hierro y Gran Canaria; La Gomera sólo tiene grupos dispersos, y Lanzarote
y Fuerteventura, con altitudes que apenas sobrepasan los 800 m, no cuentan
con representación alguna del este tipo de bosques.
Por otro lado, el régimen de vientos es diferente, siendo su dirección predominante la del noroeste y de carácter seco, lo cual se traduce en una selección importante de la flora, que cambia profundamente respecto a otros ecosistemas: se presentan formas adaptadas al frío y la nieve, aumento de plantas con vellosidad y con hojas reducidas, etc.
El pino canario puede vivir en zonas donde llueve poco y no necesita suelos muy profundos para comenzar a desarrollarse; es bastante indiferente a la naturaleza del sustrato, apareciendo generalmente sobre suelos volcánicos más o menos desarrollados. La humificación y mineralización de las acículas que se desprenden del árbol es lenta y por tanto los suelos son pobres en materia orgánica y nutrientes.
Florísticamente, el pinar es un bosque pobre en especies, aunque podría afirmarse que esto se debe a una continua manipulación humana: pastoreo desde los tiempos de los aborígenes, intenso aprovechamiento de la madera del pino desde la época de la Conquista, que deja completamente desforestadas grandes superficies de Gran Canaria y Tenerife; incendios, etc. Esto se traduce en una gran selección de la flora, que se manifiesta en dos hechos principales: por un lado, la mayoría de las plantas quedan en situación de refugio frente al ganado y al fuego, en zonas abruptas y, por otro, las plantas que siguen viviendo en el pinar son resistentes, por diversas causas, al fuego, o no son apetecidas, en otros casos, por el ganado.
En las zonas orientadas al norte, en la zona de contacto con poblaciones del Monteverde se forma ocasionalmente un tipo de bosque denominado pinar mixto, en el que se entremezclan pinos con elementos arbustivos propios del fayal-brezal: fayas (Morella faya), brezos (Erica arborea), acebiños (Ilex canariensis), etc.
La superficie que ocupaban originalmente los pinares ha disminuido mucho, pues desde los primeros tiempos de la Conquista de las Islas han sido aprovechados intensamente para obtener una gran cantidad de productos: madera, pez, resinas, pinocha, etc. La parte más interna de los pinos viejos, fuertemente resinosa, muy dura y resistente, denominada tea, se aprovechaba para trabajos de carpintería y ebanistería (artesonados, techumbres, puertas, etc.) llegando incluso a exportarse a la Península, donde existen muchos edificios en los que se empleó esta preciosa madera. Otro uso típico del pinar fue la obtención de brea o pez, mediante quema de trozos de tea para extraer su resina. Esta brea, que se procesaba en hornos situados entre los mismos pinos, se empleaba sobre todo para calafatear barcos, y también con fines medicinales.
Flora
El pinar canario es un bosque denso dominado totalmente por el pino canario (Pinus canariensis), especie recia y de gran porte que puede superar los 50 m de altura, con abundante ramificación y largas hojas aciculares agrupadas de tres en tres en apretados fascículos. Su forma de aguja minimiza el efecto de pérdida de agua en los periodos secos y les protege frente a las heladas en invierno, siendo capaces de soportar temperaturas muy bajas durante largo tiempo. Dispone de un sistema radicular muy potente y activo, colonizando y creando suelos en terrenos tan difíciles como los volcánicos.
Como muchas coníferas es una especie pirófita, favoreciéndole el fuego frente a otras especies por la gran capacidad germinativa de sus semillas tras un incendio. Pero, además, el pino canario tiene la particularidad de brotar de cepa, lo que le permite reconstruir la parte aérea destruida después de ser quemada. A la gran resistencia al fuego que caracteriza al pino canario contribuye mucho su gruesa corteza acorchada, que actúa como una especie de coraza protectora del duramen.
En buenas condiciones, la copa se desarrolla ampliamente y el pinar presenta una cobertura que deja entrar poca luz al interior. Esto, junto con la pobreza en nutrientes del suelo, provoca la existencia de un sotobosque muy pobre. Si no se consideran las zonas de contacto con otros hábitats, en las que elementos propios de éstos se introducen en el pinar, solo contadas especies proliferan en este medio hostil. Una de ellas es la jara o amagante (Cistus symphytifolius), que coloniza bien los suelos tras los incendios y es muy común en los pinares algo abiertos. También son frecuentes diversas especies de tomillos (Miromeria spp.) y de coranzoncillos (Lotus spp.), el tajinaste azul de La Palma (Echium webbi), las chahorras (Sideritis dasygnaphalla y Sideritis oroteneriffae), los rosalitos silvestres (Pterochepalus dumetorum y Pterocephalus porphyranthus), la palomera (Pericallis lanata), el poleo de monte (Bystropogon origanifolius), etc. En las zonas más soleadas está presente el escobón (Chamacytisus proliferus) y el codeso (Adenocarpus foliolosus). El manto herbáceo es igualmente muy pobre, aunque de vez en cuando se encuentra alguna flor tan bella como la orquídea del pinar (Orchis canariensis).
En muy reducidas zonas de los pinares de Tenerife, vive el pico paloma (Lotus berthelotii), un bello endemismo en peligro de extinción, que produce llamativas flores de color naranja o rojizo, con forma de garra o de pico de ave.
En los límites superiores de los pinares se encuentra una especie emblemática de la flora canaria: el cedro canario (Juniperus cedrus), árbol de majestuoso porte que por su apreciada madera fue muy buscado en tiempos anteriores. Vive en situaciones de refugio en las Cañadas del Teide y sólo es abundante en las cumbres que bordean la Caldera de Taburiente en la isla de La Palma, especialmente, en los paredones abruptos de su interior, siendo muy escaso La Gomera y Gran Canaria. En los paredones del interior de la Caldera de Taburiente se encuentran algunos viejos ejemplares que pueden ser el testimonio de antiguo dominio compartido con el pinar.
La presencia de hongos saprófitos y micorrizógenos es uno de los elementos más importantes del pinar, pues juegan un papel fundamental en la descomposición de la pinocha. Es muy grande y variada la cantidad de hongos de todo tipo que se pueden encontrar en los pinares canarios, especialmente entre los meses de octubre y febrero, entre los que podemos citar especies como Telephora terrestris, Coltricia perennis, Clavulina rugosa, Hydnellum ferrugineum, Suillus bellinii, Boletus edulis, Boletus reticulatus, Cantharellus cibarius, Russula delica, Russula albonigra, Russula acrifolia, Russula cessans, Collybia dryophilla, Collybia butyracea, Cystoderma terrei, Helvella lacunosa, Rhizopogon obtextus, Tricholoma terreum, Amanita muscaria, Amanita gemmata, etc.
También en el dominio de los pinares se pueden encontrar algunos líquenes, como Pseudevernia furfuracea, Parmelia saxatilis, Platismatia glauca, Evernia prunastri, Lethariella canariensis, Ramalinetum subgeniculatae, etc. Y en las zonas más húmedas aparecen algunos briofitos como Hypnum uncinulatum, Dicranowesia cirrrata, Frullania teneriffae, Grimmia trichopylla, Pterogonium gracile, etc.
Fauna
La fauna del pinar es poco diversa, con predominio de pequeños invertebrados. Estos son escasos en el suelo y abundantes en los pinos, donde encuentran mayor diversidad de hábitats.
Las aves constituyen el grupo más llamativo de la fauna del pinar. Entre ellas destaca el pinzón azul (Fringilla teydea), endémico de Canarias, con poblaciones que viven en los pinares de Tenerife (ssp. teydea) y de Gran Canaria (ssp. polatzeki). Se alimenta principalmente de insectos y semillas de pino, y construye el nido a gran altura en estos árboles.
El herrerillo (Parus caeruleus) y el pico picapinos (Dendrocops major) son otras dos aves muy ligadas al pinar, mientras que el aguililla (Buteo buteo), el canario (Serinus canarius), el pinzón vulgar (Fringilla coelebs) y la graja (Phyrrhocorax phyrrhocorax) (exclusiva de la isla de La Palma) son frecuentes en estos bosques pero viven también en otros ecosistemas.
Los mamíferos están representados por el murciélago orejudo (Plecotus teneriffae) y el murciélago de bosque (Barbastella barbastellus).
Entre los invertebrados destacan muchos endemismos ligados, de una forma u otra, al propio pino. Alimentándose de las hojas encontramos a la lagarta del pino, que es la oruga de la mariposa Calliteara Fortunata, y entre las agrietadas cortezas vive un gorgojo del género Brachyderes, que tienen diferentes subespecies en los pinares de distintas islas, como el Brachyderes rugatus en la isla de La Palma. Viviendo de la madera muerta hay xilófagos como la avispa de la madera (Sirex noctilio), el longicornio del pinar (Arhopalus pinetorum), el escarabajo pintado del pino (Buprestis bertheloti), o el escarabajo canuto azul (Temnoscheila caerulea). En cuanto a las mariposas que viven en el pinar destacan la loba (Maniota justina), la fortunata (Calliteara fortunata) y el sátiro moreno (Hypparchia wyssii), que tiene tres diferentes razas según las Islas. Y entre los arácnidos la araña amarilla del pinar (Olius canariensis).
Por otro lado, el régimen de vientos es diferente, siendo su dirección predominante la del noroeste y de carácter seco, lo cual se traduce en una selección importante de la flora, que cambia profundamente respecto a otros ecosistemas: se presentan formas adaptadas al frío y la nieve, aumento de plantas con vellosidad y con hojas reducidas, etc.
El pino canario puede vivir en zonas donde llueve poco y no necesita suelos muy profundos para comenzar a desarrollarse; es bastante indiferente a la naturaleza del sustrato, apareciendo generalmente sobre suelos volcánicos más o menos desarrollados. La humificación y mineralización de las acículas que se desprenden del árbol es lenta y por tanto los suelos son pobres en materia orgánica y nutrientes.
Florísticamente, el pinar es un bosque pobre en especies, aunque podría afirmarse que esto se debe a una continua manipulación humana: pastoreo desde los tiempos de los aborígenes, intenso aprovechamiento de la madera del pino desde la época de la Conquista, que deja completamente desforestadas grandes superficies de Gran Canaria y Tenerife; incendios, etc. Esto se traduce en una gran selección de la flora, que se manifiesta en dos hechos principales: por un lado, la mayoría de las plantas quedan en situación de refugio frente al ganado y al fuego, en zonas abruptas y, por otro, las plantas que siguen viviendo en el pinar son resistentes, por diversas causas, al fuego, o no son apetecidas, en otros casos, por el ganado.
En las zonas orientadas al norte, en la zona de contacto con poblaciones del Monteverde se forma ocasionalmente un tipo de bosque denominado pinar mixto, en el que se entremezclan pinos con elementos arbustivos propios del fayal-brezal: fayas (Morella faya), brezos (Erica arborea), acebiños (Ilex canariensis), etc.
La superficie que ocupaban originalmente los pinares ha disminuido mucho, pues desde los primeros tiempos de la Conquista de las Islas han sido aprovechados intensamente para obtener una gran cantidad de productos: madera, pez, resinas, pinocha, etc. La parte más interna de los pinos viejos, fuertemente resinosa, muy dura y resistente, denominada tea, se aprovechaba para trabajos de carpintería y ebanistería (artesonados, techumbres, puertas, etc.) llegando incluso a exportarse a la Península, donde existen muchos edificios en los que se empleó esta preciosa madera. Otro uso típico del pinar fue la obtención de brea o pez, mediante quema de trozos de tea para extraer su resina. Esta brea, que se procesaba en hornos situados entre los mismos pinos, se empleaba sobre todo para calafatear barcos, y también con fines medicinales.
Flora
El pinar canario es un bosque denso dominado totalmente por el pino canario (Pinus canariensis), especie recia y de gran porte que puede superar los 50 m de altura, con abundante ramificación y largas hojas aciculares agrupadas de tres en tres en apretados fascículos. Su forma de aguja minimiza el efecto de pérdida de agua en los periodos secos y les protege frente a las heladas en invierno, siendo capaces de soportar temperaturas muy bajas durante largo tiempo. Dispone de un sistema radicular muy potente y activo, colonizando y creando suelos en terrenos tan difíciles como los volcánicos.
Como muchas coníferas es una especie pirófita, favoreciéndole el fuego frente a otras especies por la gran capacidad germinativa de sus semillas tras un incendio. Pero, además, el pino canario tiene la particularidad de brotar de cepa, lo que le permite reconstruir la parte aérea destruida después de ser quemada. A la gran resistencia al fuego que caracteriza al pino canario contribuye mucho su gruesa corteza acorchada, que actúa como una especie de coraza protectora del duramen.
En buenas condiciones, la copa se desarrolla ampliamente y el pinar presenta una cobertura que deja entrar poca luz al interior. Esto, junto con la pobreza en nutrientes del suelo, provoca la existencia de un sotobosque muy pobre. Si no se consideran las zonas de contacto con otros hábitats, en las que elementos propios de éstos se introducen en el pinar, solo contadas especies proliferan en este medio hostil. Una de ellas es la jara o amagante (Cistus symphytifolius), que coloniza bien los suelos tras los incendios y es muy común en los pinares algo abiertos. También son frecuentes diversas especies de tomillos (Miromeria spp.) y de coranzoncillos (Lotus spp.), el tajinaste azul de La Palma (Echium webbi), las chahorras (Sideritis dasygnaphalla y Sideritis oroteneriffae), los rosalitos silvestres (Pterochepalus dumetorum y Pterocephalus porphyranthus), la palomera (Pericallis lanata), el poleo de monte (Bystropogon origanifolius), etc. En las zonas más soleadas está presente el escobón (Chamacytisus proliferus) y el codeso (Adenocarpus foliolosus). El manto herbáceo es igualmente muy pobre, aunque de vez en cuando se encuentra alguna flor tan bella como la orquídea del pinar (Orchis canariensis).
En muy reducidas zonas de los pinares de Tenerife, vive el pico paloma (Lotus berthelotii), un bello endemismo en peligro de extinción, que produce llamativas flores de color naranja o rojizo, con forma de garra o de pico de ave.
En los límites superiores de los pinares se encuentra una especie emblemática de la flora canaria: el cedro canario (Juniperus cedrus), árbol de majestuoso porte que por su apreciada madera fue muy buscado en tiempos anteriores. Vive en situaciones de refugio en las Cañadas del Teide y sólo es abundante en las cumbres que bordean la Caldera de Taburiente en la isla de La Palma, especialmente, en los paredones abruptos de su interior, siendo muy escaso La Gomera y Gran Canaria. En los paredones del interior de la Caldera de Taburiente se encuentran algunos viejos ejemplares que pueden ser el testimonio de antiguo dominio compartido con el pinar.
La presencia de hongos saprófitos y micorrizógenos es uno de los elementos más importantes del pinar, pues juegan un papel fundamental en la descomposición de la pinocha. Es muy grande y variada la cantidad de hongos de todo tipo que se pueden encontrar en los pinares canarios, especialmente entre los meses de octubre y febrero, entre los que podemos citar especies como Telephora terrestris, Coltricia perennis, Clavulina rugosa, Hydnellum ferrugineum, Suillus bellinii, Boletus edulis, Boletus reticulatus, Cantharellus cibarius, Russula delica, Russula albonigra, Russula acrifolia, Russula cessans, Collybia dryophilla, Collybia butyracea, Cystoderma terrei, Helvella lacunosa, Rhizopogon obtextus, Tricholoma terreum, Amanita muscaria, Amanita gemmata, etc.
También en el dominio de los pinares se pueden encontrar algunos líquenes, como Pseudevernia furfuracea, Parmelia saxatilis, Platismatia glauca, Evernia prunastri, Lethariella canariensis, Ramalinetum subgeniculatae, etc. Y en las zonas más húmedas aparecen algunos briofitos como Hypnum uncinulatum, Dicranowesia cirrrata, Frullania teneriffae, Grimmia trichopylla, Pterogonium gracile, etc.
Fauna
La fauna del pinar es poco diversa, con predominio de pequeños invertebrados. Estos son escasos en el suelo y abundantes en los pinos, donde encuentran mayor diversidad de hábitats.
Las aves constituyen el grupo más llamativo de la fauna del pinar. Entre ellas destaca el pinzón azul (Fringilla teydea), endémico de Canarias, con poblaciones que viven en los pinares de Tenerife (ssp. teydea) y de Gran Canaria (ssp. polatzeki). Se alimenta principalmente de insectos y semillas de pino, y construye el nido a gran altura en estos árboles.
El herrerillo (Parus caeruleus) y el pico picapinos (Dendrocops major) son otras dos aves muy ligadas al pinar, mientras que el aguililla (Buteo buteo), el canario (Serinus canarius), el pinzón vulgar (Fringilla coelebs) y la graja (Phyrrhocorax phyrrhocorax) (exclusiva de la isla de La Palma) son frecuentes en estos bosques pero viven también en otros ecosistemas.
Los mamíferos están representados por el murciélago orejudo (Plecotus teneriffae) y el murciélago de bosque (Barbastella barbastellus).
Entre los invertebrados destacan muchos endemismos ligados, de una forma u otra, al propio pino. Alimentándose de las hojas encontramos a la lagarta del pino, que es la oruga de la mariposa Calliteara Fortunata, y entre las agrietadas cortezas vive un gorgojo del género Brachyderes, que tienen diferentes subespecies en los pinares de distintas islas, como el Brachyderes rugatus en la isla de La Palma. Viviendo de la madera muerta hay xilófagos como la avispa de la madera (Sirex noctilio), el longicornio del pinar (Arhopalus pinetorum), el escarabajo pintado del pino (Buprestis bertheloti), o el escarabajo canuto azul (Temnoscheila caerulea). En cuanto a las mariposas que viven en el pinar destacan la loba (Maniota justina), la fortunata (Calliteara fortunata) y el sátiro moreno (Hypparchia wyssii), que tiene tres diferentes razas según las Islas. Y entre los arácnidos la araña amarilla del pinar (Olius canariensis).