Es una de las setas más conocida y buscada por los aficionados por su excelente comestibilidad, de sabor exquisito cuando es joven.
Se cocina en múltiples preparaciones: a la plancha, guisada, frita, incluso cruda en ensaladas, o como guarnición en revueltos y guisos. Se recomienda consumir los ejemplares jóvenes, cuando aún no han perdido el anillo. Pero es una de las setas que acumulan más metales pesados, por lo que se desaconseja su consumo repetido.

En las Islas Canarias se puede confundir con Agaricus arvensis, que es más grande y lisa, con anillo doble y persistente, doble, carne que amarillea y con olor anisado. También con Agaricus xanthoderma, que se distingue fácilmente por su olor desagradable y porque amarillea al roce o al corte, con Agaricus littoralis y Agaricus sylvaticus, que se tornan rojizas al tacto y al corte, y con Leucoagaricus leucothites, que presenta un pie mucho más largo y delgado. Menos probable con las muy tóxicas Amanita virosa, Amanita verna y Amanita phalloides, en su forma blanca, que siempre tienen las láminas blancas y una volva muy patente en su base.

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