Esta especie es originaria de América del Sur: Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil, Uruguay, Argentina, etc. Se ha extendido como ornamental por otros continentes, principalmente Europa, donde se cultiva como planta ornamental en muchos parques y jardines, valorada por su magnífico follaje de vivos colores, y por sus bellas flores, que recuerdan a las del gladiolo.
Su cultivo es muy sencillo, siempre que se siembre en suelos ricos en materia orgánica y bien drenados, en lugares con exposición solar intensa, y se riegue con frecuencia y abundancia, especialmente en verano. Pueden sembrarse ejemplares solitarios, o mejor grupos aislados, que darán una gran belleza y atractivo a cualquier jardín.
De la especie original se han derivado numerosas variedades y cultivares que enriquecen su aspecto decorativo, tanto en el tamaño de los ejemplares, como en la forma y coloración de las hojas, y sobre todo de las flores, que pueden ser rosas, anaranjadas, amarillas, rojas, bicolores, o matizadas de varios tonos.
En sus zonas de origen se cultiva principalmente por sus rizomas, que son de gran importancia para la alimentación humana y la industria agraria.
El almidón que se obtiene de ellas es de fácil digestión, y su harina es usada para fabricar panes, bizcochos, galletas, tortas, tallarines y fideos. Las hojas tiernas se emplean para envolver comidas típicas como tamales, hallacas o quimbolitos.
Los tallos y hojas sirven de forraje para el ganado. Las semillas se utilizan para confeccionar collares, sonajeros, maracas y otras artesanías.
Se le atribuyen algunas virtudes curativas. Así, la decocción de sus raíces se usa como diurético, y el jugo de sus hojas se emplea como antiséptico y cicatrizante, y recién cortadas para cubrir las quemaduras, refrescando y disipando el calor de la piel quemada.

 < Anterior   Siguiente >