Flora de las Islas Canarias

El relieve

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Relieve de Canarias

 

      El relieve de Canarias es resultado del continuo proceso de creación y destrucción de los materiales volcánicos que forman las islas. La creación del relieve se produce por las sucesivas erupciones volcánicas que se han ido sucediendo a lo largo de la historia geológica del archipiélago, y el de destrucción por la acción de los diferentes procesos erosivos: agua, nieve, vientos, mareas, derrumbes o implosiones, etc.
     Ello ha dado lugar a un paisaje muy diverso, en el que cada una de las islas presenta un aspecto particular y único, que depende directamente de la actividad volcánica que haya tenido, de su antigüedad geológica, y de la resistencia de sus materiales a la erosión.
      Todas las islas, menos Lanzarote y Fuerteventura, tienen su máxima altitud en las zonas centrales, y a partir de ahí va disminuyendo hasta llegar al litoral. Desde esas zonas más altas se descuelgan laderas de acusadas pendientes, acompañadas de profundos barrancos que llegan hasta el mar. Esta disposición de su relieve, junto con las características que supone el ser un territorio insular situado en el Océano Atlántico frente a las costas de África, da lugar a un paisaje singular y de gran belleza, con gran variedad de suelos, climas y vegetación.
     La predominancia de este relieve montañoso también influye notablemente en la dinámica atmosférica de Canarias, pues las zonas montañosas más elevadas constituyen una verdadera barrera para las masas de aire, que al chocar con ellas se ven obligadas a ascender, por lo que se enfrían, se condensan y descargan la humedad en la vertiente norte, expuesta al viento. En consecuencia, las islas montañosas son más húmedas que las llanas, y, dentro de las montañosas, las vertientes orientadas al norte lo son más que las que dan al sur, lo que influye notablemente en la vegetación isleña.

 

 

Tipos de relieve

     Dentro de la muy variada tipología de formas de relieve que se registra en el archipiélago canario, las más destacadas son las siguientes:
Macizos antiguos. Las partes más viejas se llaman macizos antiguos, que son producto de los procesos volcánicos más primitivos en cada isla. Estas formas se encuentran en Gran Canaria, La Gomera, sur de Fuerteventura, norte de La Palma, y algunos sectores de Tenerife y Lanzarote. Suelen constituir el armazón de la mayoría de las Islas, con grandes volúmenes de materiales que se han acumulado hasta alcanzar alturas considerables, y están surcados por una densa red de diques y barrancos.
     Los principales ejemplos de este relieve son los macizos de Famara y el de Los Ajaches, en Lanzarote, el de Betancuria en Fuerteventura, los de Tamadaba, Güigüí e Inagua-Pajonales en Gran Canaria, los de Teno, Anaga y Adeje en Tenerife, la mitad norte de la isla de La Palma, y toda la isla de La Gomera. La única isla que no presenta este tipo de relieve es la de El Hierro, la más joven del archipiélago canario, donde aún no ha pasado el suficiente tiempo como para que el agua incida tanto en el terreno.

Dorsales. Las dorsales son imponentes edificios volcánicos construidos con la acumulación de lavas que se emitieron a partir de las principales directrices estructurales del Archipiélago. Juegan un papel fundamental en el desarrollo de las islas y en su configuración, y son desencadenantes fundamentales de los deslizamientos gravitatorios masivos que darán lugar a los grandes valles y calderas.
     A lo largo de estas dorsales se han concentrado la mayor parte de las erupciones históricas, y ocurrirá lo mismo con las futuras. Esta actividad eruptiva reciente –los últimos miles de años en tiempo geológico- se puede observar claramente en la dorsal de Cumbre Vieja, en la isla de La Palma, que se ha ido generando por la sucesiva agregación de crestas montañosas alargadas que van descendiendo hacia el mar a ambos lados de la cadena volcánica.

 


 

    Las dorsales más destacadas de las Canarias son la de Cumbre Vieja, al sur de la isla de La Palma, y la dorsal de La Esperanza, también llamada de Pedro Gil, en Tenerife.
     Las dorsales de La Palma y El Hierro se prolongan en el mar, indicativo de que en un futuro geológico estas islas alcanzarán un desarrollo mucho mayor.

Valles y calderas. Los valles y las calderas constituyen elementos importantes y característicos del relieve de Canarias, cuya procedencia y conformación es diversa.
     Los valles más importantes se cree que se han formado por grandes deslizamientos gravitacionales, siendo las formaciones más destacadas de este tipo los valles de La Orotava y el de Güímar, en la isla de Tenerife, el Valle de El Golfo y el de Las Playas, en El Hierro, y el Valle de Aridane, en la isla de La Palma.
     En las islas más antiguas, como Lanzarote y Fuerteventura, donde los procesos erosivos están muy avanzados, los valles presentan formas muy abiertas y fondos planos, las cabeceras han desaparecido dando paso a la existencia de llanuras interiores que conectan unos valles con otros, sin topografías que los separen. Son relieves más o menos allanados, sin fuertes desniveles y con abundancia de depósitos sedimentarios.

 

 

    Las calderas también presentan diversos procesos de formación. En Tenerife destaca la Caldera de Las Cañadas, que realmente son dos semicalderas unidas que se formaron por dos grandes deslizamientos gravitacionales diferentes. La otra estructura de este tipo más importante de Canarias es la Caldera de Taburiente, en La Palma, que ocupa aproximadamente la zona central de la isla, y ha sido originada por una interacción de procesos volcánicos, deslizamientos gravitacionales y una fuerte erosión por escorrentía superficial.

Costas. Las costas canarias adoptan diferentes formas debido al constante proceso de erosión marina al que están sometidas. Sus formas son muy diversas, y en general pueden estar constituidas por imponentes acantilados, por rampas lávicas que llegan hasta el mar formando islas bajas, por franjas costeras rocosas o por grandes playas de arena negra o amarilla. Predominan las costas altas con un relieve abrupto y rocoso, formadas por acantilados, y hay muy pocas zonas de acumulación, lo que se traduce en la existencia de muy pocas playas naturales.

   Sin embargo, en las islas orientales son frecuentes las costas bajas constituidas por superficies de poca altitud, con predominio de playas de arena amarilla debido al aporte directo de arenas que trae el viento del sureste desde el continente africano. Las más destacadas son las del Papagayo y Mujeres en Lanzarote, Corralejo y Jandía en Fuerteventura, y Las Canteras o Playa del Inglés en Gran Canaria.

 

 

Barrancos. Los barrancos son una de las formas de relieve más comunes del Archipiélago. Son valles muy estrechos y profundos que se encuentran encajonados entre escarpadas paredes montañosas. Su recorrido es corto y generalmente tienen un perfil rectilíneo muy marcado, y el cauce está tapizado de derrubios arrastrados por las aguas.
     Se crearon por la acción de las aguas torrenciales que erosionaron y desmantelaron las formas volcánicas, en una época de clima antiguo con precipitaciones abundantes y regulares.
     Los barrancos se localizan en los macizos antiguos, más afectados por la erosión, como Anaga, Teno y Adeje en Tenerife; zona norte de La Palma; oeste de Gran Canaria; y casi toda La Gomera.

Volcanes recientes. Uno de los rasgos de identidad más claros del relieve canario son las formas volcánicas recientes. Los materiales más jóvenes son los más espectaculares, por ser los más visibles al no estar cubiertos aún por la vegetación, y han sido originados por las erupciones históricas que afectaron a algunas Islas en fechas no muy lejanas.
     Se superponen a las estructuras previamente formadas, y en muchas ocasiones han llegado al mar aumentando la superficie insular. Destacan las erupciones históricas de Timanfaya, que tuvieron lugar en la isla de Lanzarote durante los años 1730-1736, y los volcanes más recientes de la isla de La Palma, como el de San Juan y el Teneguía.

 

 

Roques costeros. En las costas canarias son habituales los roques marinos, resultado del retroceso de la antigua línea de costa por la intensa erosión. Han quedado como restos erguidos que no se desgastaron por la resistencia que ofrecieron estos materiales ante el oleaje.
    Los más conocidos por su atractivo visual son los Roques de Salmor o el Roque de Bonanza, en El Hierro, los Roques de Anaga y el Roque de Garachico en Tenerife, y el Roque de Gando, en Gran Canaria.

 

 

     Comarcas naturales. Según el relieve, la altura y la vertiente de que se trate, y especialmente en las Islas de mayor relieve o altura, podremos encontrarnos comarcas naturales que pueden abarcar espacios de cumbre, medianías o de costa, e incluso áreas continuas que incluyen varios de estos espacios o zonas, y la mayor o menor pendiente dentro de cada territorio configura una gran variedad de microclimas, originando dentro de una misma comarca diferentes tipos de paisaje.
     En islas como La Gomera y Gran Canaria esto se traduce en comarcas radiales debido a los barrancos que mayoritariamente caracterizan sus peculiares relieves. En Tenerife y La Palma, dos islas altas con cumbres en forma de dorsales, aunque una perpendicular y otra paralela a la dirección del alisio, se producen comarcas naturales a ambos lados de las dorsales, además de las de sus cumbres y que abarcan áreas que van desde estas cumbres hasta la costa. El Hierro muestra un modelo parecido, aunque menos variado por su condición de isla joven y de construcción rápida. Lanzarote y Fuerteventura presentan una menor diversidad de comarcas así como una mayor amplitud de éstas debida lógicamente a su suave topografía y escasa altura.


 

     Es importante destacar que el tamaño y los límites de las comarcas lo determinan la orografía y la geología de cada isla, algunas con volcanismo muy reciente y activo, así como otros factores biológicos y ambientales, en el caso de la superficie emergida, y la pendiente, el tipo de fondo, las corrientes marinas y la temperatura, en el caso de la plataforma insular.

     Por ello, además de grandes unidades naturales, aparecen también, pequeños hábitats donde se localizan en muchos casos ecosistemas únicos y extremadamente inestables, así como endemismos locales de gran importancia biológica.