Flora de las Islas Canarias

Pisos de vegetación

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Pisos de vegetación

 

     Una de las principales características de la flora canaria es su distribución en zonas altitudinales, llamados pisos de vegetación, debido principalmente a las condiciones climáticas, las variaciones de pluviosidad y temperatura, muy relacionadas con la mayor o menor influencia de los vientos alisios, la orientación del relieve, y sobre todo al desarrollo altitudinal de cada una de las islas. Estos pisos se sitúan como si fuesen estratos que se superponen unos a otros, desde el nivel del mar hasta la cima de las cumbres, siendo más variados en las islas centrales y occidentales, debido a su mayor altitud y más diversa orografía, y más escasos en las orientales por su escaso desarrollo en altura y su más alto grado de erosión geológica.
     Las características del paisaje vegetal de cada uno de los pisos de vegetación varían en función de las especies dominantes en cada uno de ellos, que darán nombre, a su vez, a las formaciones vegetales más típicas del paisaje canario: cardonales, tabaibales, sabinares, pinares, codesares, etc.


     El primer científico que clasificó la flora canaria en pisos fue el eminente naturalista alemán Alexander von Humboldt, cuando en el año 1799 visitó la isla de Tenerife. Durante su ascenso al pico de El Teide, partiendo del Puerto de la Cruz, tomó buena nota de la vegetación que se iba encontrando a medida que subía hacía la montaña más alta de la isla. Sus observaciones quedarían plasmadas más tarde en su "Tableau physique des Iles Canaries. Géographie des Plantes du Pic de Tenerife.", una de las ilustraciones más destacadas de la historia de la botánica canaria. En ella Humboldt determinó la existencia en Tenerife de cinco pisos de vegetación, desde el nivel del mar hasta la cumbre de El Teide, a las que puso el nombre de Región de las Viñas, Región de los Laureles, Región de los Pinos, Región de la Retama y Región de las Gramíneas.

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     Con el paso del tiempo, esta primitiva clasificación se ha ido modificando y completando, a medida que la ciencia avanzaba y se proponían distintos modelos, aunque los científicos que más han estudiado esta temática no han llegado a ponerse totalmente de acuerdo en el número de pisos y en sus nombres.

     Al margen de discusiones científicas especializadas, una de las clasificaciones más aceptadas de y divulgadas en la actualidad es la que establece la existencia de seis pisos de vegetación, que, siguiendo el sentido de mar a cumbre, serían: piso infracanario, piso termocanario seco, piso termocanario húmedo, piso mesocanario, piso supracanario y piso orocanario.


Piso infracanario

 

 

     El piso infracanario, también llamado inferior o basal, ocupa el área situada entre los 0-400 m de altitud, aunque varía de unos lugares a otros en función de la orientación del relieve y del mayor o menor grado de exposición a los vientos alisios. Presenta un carácter desértico o semidesértico, con gran similitud a las zonas costeras del antiguo Sahara español y Mauritania, con escasez de precipitaciones, altas temperaturas a lo largo de casi todo el año y un alto grado de insolación diurna.
     Estas condiciones climatológicas, junto a la existencia de sustratos abruptos y erosionados, son las que deben soportar las especies que viven en estos ambientes, que se localizan en las áreas costeras de las laderas meridionales de todas las islas, siendo especialmente extenso en las de Lanzarote y Fuerteventura.
     Dos son la plantas que dominan este piso: el cardón (Euphorbia canariensis), que forma una comunidad vegetal llamado cardonal, y la tabaiba (Euphorbia balsamífera ssp. balsamifera), que tiene su propia comunidad denominada tabaibal, aunque en muchas ocasiones ambas conviven y comparten numerosas especies acompañantes: herbáceas y pequeños arbustos de carácter xerófilo que para adaptarse a la sequía han desarrollado numerosos mecanismos como el tener tallos carnosos, hojas con espinas, raíces superficiales muy largas, etc.
     Muchas de estas especies son endemismos canarios muy característicos de este ambiente extremo, como los bejeques (Aeonium lindleyi, Aeonium holochrysum, Aeonium percarneum...), los cardoncillos (Ceropegia fusca, Ceropegia dichotoma), el verode (Kleinia neriifolia), la leña buena (Cneorum pulverulentum), etc.

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Piso termocanario seco

 

 

     El piso termocanario seco, o piso del sabinar-palmeral, ocupa una estrecha franja situada aproximadamente entre los 200-500 m de altitud, fundamentalmente en las vertientes orientadas al norte y este, estando casi ausente en las vertientes del sur y suroeste.
     Climatológicamente se caracteriza por tener unas temperaturas templadas y unas precipitaciones moderadas (15-18ºC de media anual y 350-600 mm de pluviosidad al año). La influencia de los vientos alisios y la proximidad a las zonas de formación del mar de nubes provoca una disminución progresiva del grado de insolación y un ligero aumento de la humedad ambiental.
     En tiempos remotos, este piso era abundante y se extendía por todas las islas, especialmente las centrales y occidentales, pero después de la llegada de los primeros pobladores de Canarias, y especialmente después de la Conquista de las Islas, se vio muy alterado por el intenso uso que se hacía de su espacio y sus recursos, de modo que en la actualidad casi ha desaparecido en su estado original.
     Su vegetación se caracteriza por la presencia de árboles de gran porte y muy típicos de Canarias, como la palmera canaria (Phoenix canariensis), que se desarrolla en valles, barrancos y laderas escarpadas, a veces formando pequeños bosques llamados palmerales, la sabina (Juniperus canariensis), de la que perviven bosquetes como el de El Sabinar, en la isla de El Hierro, o el drago (Dracaena draco), una especie mítica, de gran belleza y principal símbolo vegetal de las Islas Canarias.
     Junto a ellas aparece un numeroso cortejo de arbustos y herbáceas, como el almácigo (Pistacia atlantica), el lentisco (Pistacia lentiscus), el sauce (Salix canariensis), el peralillo (Maytenus canariensis), el orobal (Withania aristata), la salvia (Salvia canariensis), la gamona (Asphodelus ramosus), el juagarzo (Cistus monspeliensis), la hierbamora (Bosea yervamora), etc., formando en su conjunto una de las comunidades de mayor riqueza nuestro archipiélago.

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Piso termocanario húmedo

 

 

     El piso termocanario húmedo, también llamado termocanario subhúmedo, ocupa exclusivamente una banda de la vertiente norte de las islas de mayor relieve comprendida entre los 400-1.200 m de altura, batida habitualmente por el llamado mar de nubes, que se forma al chocar con el relieve los vientos alisios cargados de humedad. Esto da lugar a un clima caracterizado por un bajo grado de insolación, una temperatura media de unos 14ºC, precipitaciones anuales en torno a los 800-1.400 mm, y alto grado de humedad ambiental en el interior de los bosques que se desarrollan en este piso.
     La vegetación se encuentra muy bien adaptada a las nieblas de los alisios, cuya humedad se condensa al contacto con las hojas de los grandes árboles que forman esos bosques, produciendo el fenómeno de la lluvia horizontal, que crea un ambiente húmedo casi permanente.
     En este espacio se desarrollan dos tipos de bosque muy diferentes del resto de la vegetación de las Islas Canarias: la laurisilva y el fayal-brezal. Los bosques de laurisilva sólo se encuentra en unas pocas regiones del mundo, teniendo en las Islas Canarias su manifestación más genuina y mejor conservada. Se trata de una formación vegetal heredera de los bosques mediterráneos de la era terciaria, caracterizados por la presencia de grandes árboles con hojas lanceoladas, coriáceas y lustrosas, adaptadas al ambiente cálido y húmedo que se forma bajo las nieblas casi permanentes del mar de nubes.
     El bosque de laurisilva forma una densa cubierta arbórea constituida por las copas de unas veinte especies de grandes árboles, entre los que destacan el laurel (Laurus novocanariensis), el barbusano (Apollonias barbujana), el viñátigo (Persea indica), el palo blanco (Picconia excelsa) y el tilo (Ocotea foetens). Este dosel arbóreo apenas deja pasar algo de luz a los estratos inferiores, por lo que tiene un sotobosque escaso constituido sobre todo por arbustos de pequeño tamaño, helechos, líquenes y musgos.
     En áreas degradadas de la laurisilva, o en situaciones más expuestas al viento y donde la humedad es menor, se desarrolla el Fayal-brezal, un tipo de bosque más abierto y pobre en especies arbóreas, donde dominan las fayas (Morella faya), los brezos (Erica arborea) y, en menor medida, los acebiños (Ilex canariensis) y los laureles (Laurus novocanariensis), acompañados de numerosas herbáceas y especies arbustivas.

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Piso mesocanario

 

 

     El piso mesocanario, también llamado piso montano seco, se encuentra entre los 1.200-2.000 m de altitud, situándose por encima del piso termocanario húmedo en las vertientes del norte, y del piso infracanario en las vertientes orientadas al sur. El clima de esta zona se caracteriza por tener inviernos fríos y veranos muy calurosos, los vientos dominantes son secos, las temperaturas medias anuales se sitúan alrededor de unos 15°C., y precipitaciones escasas, en torno a los 300-500 mm anuales, que se dan principalmente en otoño e invierno, y que en las cotas más altas pueden ser de nieve.
     La vegetación está formada por grandes bosques de pino canario (Pinus canariensis), un árbol de grandes dimensiones, crecimiento rápido y madera muy apreciada, que además posee una gran capacidad de resistencia ante los incendios. Su sotobosque es muy pobre, destacando especies arbustivas como el codeso (Adenocarpus foliolosus), el escobón (Chamaecytisus proliferus), el amagante (Cistus symphytifolius), el tomillo silvestre (Micromeria benthamii), el poleo de monte (Bystropogon origanifolius), el corazoncillo del pinar (Lotus campylocladus), etc.
     Este piso sólo se encuentra bien representado en las islas de Tenerife, Gran Canaria, La Palma y El Hierro, siendo los principales pinares canarios los de Vilaflor, Icod y La Esperanza, en Tenerife, los de la Caldera de Taburiente, Fuencaliente y Puntagorda, en La Palma, los de Tamadaba, Pajonales e Inagua, en Gran Canaria, y El Pinar, en El Hierro.

     En las vertientes orientadas al norte, en la zona de contacto con poblaciones de los bosques húmedos, se forma ocasionalmente un tipo de bosque denominado pinar mixto, en el que se entremezclan pinos con elementos arbustivos propios del Fayal-brezal: fayas (Morella faya), brezos (Erica arborea), acebiños (Ilex canariensis), etc.

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Piso supracanario

 

 

      El piso supracanario se encuentra por encima de los 2.000 m de altitud y sólo está presente en Tenerife y La Palma, por ser las islas más altas del archipiélago canario. El clima es seco y en él hay grandes oscilaciones térmicas, con veranos calurosos e inviernos muy fríos, en los que se producen nevadas y grandes heladas. Las precipitaciones son bajas, entre 350-450 mm de media anual, y se concentran en los meses de otoño e invierno. La humedad ambiental no suele pasar del 50 %, y la insolación es muy alta debido a la altitud y al gran número de días despejados a lo largo del año.
     En la vegetación casi no hay árboles, sólo matorrales más o menos abiertos, que adoptan formas achaparradas o almohadilladas que crean un ambiente interior donde las condiciones de temperatura y de humedad atenúan la sequedad del aire, la irregularidad de las lluvias y la alta insolación durante el día.
     Las especies dominantes del matorral de alta montaña son las retamas y los codesos. En Tenerife predomina sobre todo la retama del Teide (Spartocytisus supranubius) y en la Palma el codeso de cumbre (Adenocarpus viscosus). Estas plantas se encuentran acompañadas por una gran cantidad de endemismos locales, algunos muy bellos y emblemáticos de la flora canaria como el tajinaste rojo de El Teide (Echium wildpretii), y otros como el pensamiento de la cumbre (Viola palmensis), la jara de las Cañadas (Cistus osbaeckiaefolius), o el retamón de cumbre de La Palma (Genista benehoavensis), todos ellos amenazados o en peligro de extinción.

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Piso orocanario

 

 

     El piso orocanario se sitúa por encima de los 3.100 m de altura y sólo está presente en las cumbres de El Teide, en la isla de Tenerife, casi desprovistas de vegetación.
    El suelo es muy pobre y rocoso, y el clima relativamente frío, con vientos predominantemente secos del suroeste y precipitaciones inferiores a los 400 mm anuales, generalmente en forma de nieve, lo que da lugar a veranos muy secos e inviernos largos y rigurosos.
     En este piso no hay árboles ni arbustos, y únicamente se desarrollan unas cuantas herbáceas de pequeño tamaño, endémicas de esta zona y de gran interés científico, como la pequeña y bonita violeta del Teide (Viola cheiranthifolia), que también prospera entre ciertas rocas de zonas más bajas de El Teide, el cardo de plata (Stemmacantha cynaroides), el canutillo del Teide (Silene nocteolens), o la borriza del Teide (Laphangium teydeum).

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Vegetación costera

 

 

     En las Islas Canarias, las comunidades halófilas forman un estrecho cinturón costero muy cercano al nivel del mar y están condicionadas por la presencia de una gran cantidad de salinidad en el ambiente, procedente del efecto de la maresía. Climatológicamente, esta franja se caracteriza por la escasez de precipitaciones (100-300 mm anuales), temperatura media muy alta y alto grado de insolación durante todo el año.
     Bajo estas condiciones, muchas plantas han tenido que desarrollar diferentes mecanismos de adaptación al medio que aseguren su supervivencia. Los más notables son la suculencia (engrosamiento de los tallos), la pilosidad (revestimiento velloso de hojas y tallos), la ausencia o rápida caducidad de las hojas, y la presencia de glándulas de la sal para expulsar el exceso de la misma.
Este tipo de vegetación tiene sus ejemplos más representativos en zonas como las dunas de Maspalomas, Tufia y Arinaga en Gran Canaria, las dunas de Corralejo, las playas de Sotavento y Morro Jable en Fuerteventura, las playas de El Médano en Tenerife, la costa sureste de Lanzarote y en el islote de La Graciosa.
     Entre las especies más frecuentes que se pueden encontrar en estas áreas están la uva de mar (Tetraena fontanesii), las siemprevivas de mar (Limonium imbricatum, Limoniun pectinatum...), la lechuga de mar (Astydamia latifolia), el brezo de mar (Frankeia ericifolia), la tabaibilla (Euphorbia aphylla), el perejil de mar (Crithmum maritimum), el espino de mar (Lycium intricatum), el salado (Schizogyne sericea), etc.

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Vegetación rupícola

 

 

     El paisaje canario posee una orografía muy diversa, en la que juega un papel destacado el componente vertical, con la presencia de numerosos cantiles, acantilados, escarpes y paredones de fuerte pendiente, con la superficie muy fracturada y agrietada, en los que se asienta un tipo especial de vegetación denominada rupícola o fisurícola. La abundancia de cuencas erosivas en todas las vertientes y a diferentes altitudes, así como la diversidad microclimática del Archipiélago, permite una diversidad florística muy alta de este tipo de vegetación, a pesar de la dificultad de colonización que presentan los espacios con tendencia a la verticalidad.
     Además, en estos ambientes suelen desarrollarse plantas que, sin ser propias del mismo, encontraron en otras épocas un buen refugio frente a la presión ejercida por el ganado. Los condicionantes ecológicos, especialmente los factores de humedad y temperatura, favorecen que las comunidades rupícolas adquieran una mayor presencia en las zonas orientadas al norte y noreste, y aunque se extiende desde la costa hasta las cumbres, su óptimo se alcanza en los ambientes húmedos de la zona de medianías.
     Entre las numerosas especies que se podrían citar como especialmente adaptadas a los hábitats rupícolas de Canarias están los bejeques o veroles (Aeonium canariense, Aeonium sedifolium, Aeonium decorum, Aeonium ciliatum...), las cerrajas (Sonchus hierrensis, Sonchus radicatus, Sonchus tectifolius...), las chahorras (Sideritis nutans, Sideritis gomerae...), la amargosa (Vieria laevigata), la salvia de Anaga (Salvia broussonetii), el cardo de risco (Carlina canariensis), etc.

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