Flora de las Islas Canarias

Piso supracanario

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Piso supracanario

 

     A partir de los 2.000 m de altitud las condiciones climáticas se endurecen considerablemente, y el pinar es sustituido por un matorral arbustivo adaptado a estas alturas: el retamar-codesar, un tipo de vegetación en que las especies dominantes son la retama y el codeso de cumbre. Es en esta zona donde se sitúa el piso supracanario, también llamado de alta montaña, y que sólo se encuentra en las islas de Tenerife y La Palma por ser las únicas cuyas cumbres superan esa altura, siendo Las Cañadas del Teide, en Tenerife, y La Caldera de Taburiente, en La Palma, los dos lugares donde este piso de vegetación presenta sus mejores manifestaciones, especialmente en las Cañadas del Teide, debido a su mayor altitud y diversidad ambiental.
     La influencia de las borrascas no suele alcanzar estas elevadas cotas, por lo que la precipitación anual es baja, en torno a los 350-450 mm anuales, se produce casi en su totalidad durante los meses de otoño e invierno, y gran parte de ella es en forma de nieve, que se puede mantener durante varios meses cubriendo parte de la vegetación.

 


 

     Como la fuerte insolación diurna provoca una evaporación que supera los 2.000 mm anuales, el aire es muy seco, variando los valores de la humedad ambiental entre el 30-50 %. Las temperaturas medias anuales están alrededor de los 11ºC, y en los meses más fríos son normales las temperaturas bajo cero. Las heladas son frecuentes en el periodo invernal, y la variación diurna de temperaturas es muy considerable, pudiendo alcanzar una diferencia de hasta 15ºC entre el día y la noche.
     El aire, que proviene del noroeste, es seco y con escasa nubosidad, de manera que la radiación solar es muy fuerte y particularmente rica en rayos ultravioleta. Los vientos soplan casi todo el tiempo y con frecuencia son muy fuertes, con rachas que superan los 80 km por hora.
     Estas condiciones de rigurosidad climática, combinadas con el aislamiento geográfico de estos lugares, han contribuido al establecimiento en esta franja montañosa de una flora muy particular, en gran parte derivada de la vegetación dominante en cotas más bajas, pero que ha tenido que ir evolucionando mediante la adopción de diferentes mecanismos que le han permitido la supervivencia en estas rigurosas condiciones climáticas, como son el predominio del porte arbustivo, la ampliación del sistema radicular, el porte almohadillado o las adaptaciones foliares destinadas a disminuir pérdidas de agua por transpiración.

 

 

     El aire, que proviene del noroeste, es seco y con escasa nubosidad, de manera que la radiación solar es muy fuerte y particularmente rica en rayos ultravioleta. Los vientos soplan casi todo el tiempo y con frecuencia son muy fuertes, con rachas que superan los 80 km por hora.

     Estas condiciones de rigurosidad climática, combinadas con el aislamiento geográfico de estos lugares, han contribuido al establecimiento en esta franja montañosa de una flora muy particular, en gran parte derivada de la vegetación dominante en cotas más bajas, pero que ha tenido que ir evolucionando mediante la adopción de diferentes mecanismos que le han permitido la supervivencia en estas rigurosas condiciones climáticas, como son el predominio del porte arbustivo, la ampliación del sistema radicular, el porte almohadillado o las adaptaciones foliares destinadas a disminuir pérdidas de agua por transpiración.
     La existencia de especies arbóreas se reduce prácticamente al cedro canario (Juniperus cedrus), de los que quedan muy escasos ejemplares, situados en lugares muy escarpados y casi inaccesibles debido a la tala abusiva que sufrió durante siglos esta especie para aprovechar su apreciadísima madera.

     Las comunidades arbustivas dominantes, retamares y codesares, están caracterizadas por la abundancia de leguminosas, como la retama del Teide (Spartocytisus supranubius), en las cumbres de Tenerife, o el codeso de cumbre (Adenocarpus viscosus) en las de La Palma, donde la retama sólo se halla en los escarpes abruptos de la Caldera de Taburiente.

 

Echium wildpretii


     Tanto los retamares como los codesares se encuentran acompañados de una amplia variedad de especies endémicas de esta zona que destacan por la profusión de flores que desarrollan para aumentar la probabilidad de que algunas de sus semillas encuentren la oportunidad de germinar en tan extremas condiciones. Entre ellas están la hierba gatera (Nepeta teydea), el alhelí del Teide (Erysimum scoparium), la hierba pajonera (Descurainia bourgeauana), la hierba de cumbre (Scrophularia glabrata), la hierba conejera (Pterocephalus lasiospermus), la margarita del Teide (Argyranthemum tenerifae), el cabezón del Teide (Cheirolophus teydis), la flor del malpaís (Tolpis webii), y el emblemático tajinaste rojo (Echium wildpretii), que adorna de singular manera los paisajes del Teide con sus impresionantes inflorescencias de hasta dos metros de alto, formadas por miles de pequeñas flores de intenso color rojo.

 

Viola palmensis

    

     En las cumbres de La Palma hay valiosas poblaciones de la bellísimo pensamiento de la cumbre (Viola palmensis), del tajinaste azul (Echium gentianoides) y el tajinaste rosado (Echium wildpretii ssp. trichosiphon), y del amenazado retamón de las cumbres (Genista benehaovensis). Otras especies, como el cardo de plata (Stemmacantha cynaroides) y la jarilla de Las Cañadas (Helianthemum juliae) son dos especies exclusivas de la alta montaña tinerfeña y que se encuentran en peligro de extinción.