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Piso infracanario
El piso infracanario,
también llamado piso basal o piso mesocanario árido, se halla presente en
todas las áreas costeras de las Islas Canarias, pero es dominante en las de
Lanzarote y Fuerteventura, por ser las más llanas y menos lluviosas. Se
sitúa aproximadamente entre los 0-300 m de altitud en las vertientes
orientadas al norte de las islas más montañosas, y los 0-500 m en zonas
meridionales secas, dependiendo estos límites del mayor o menor grado de
exposición a la influencia de los vientos alisios.
En este piso las
precipitaciones son escasas, salvo en las vertientes a barlovento de algunas
islas, como Tenerife, La Gomera y La Palma. La media es de unos 100-300 mm
anuales, con una distribución a lo largo del año muy parecida a la del clima
mediterráneo, pudiendo, en zonas muy secas y en periodos muy desfavorables,
no producirse precipitación alguna durante varios años, como sucede en
algunos lugares de Lanzarote o Fuerteventura. La temperatura media anual
es bastante elevada, alrededor de unos 19-22°C, con inviernos suaves donde
el mes más frío oscila entre los 11-16°C.
Estos condicionantes climatológicos, así como las características del suelo y la orografía, determinan el tipo de vegetación de esta zona, caracterizada por la ausencia general de especies arbóreas y la presencia mayoritaria de herbáceas y arbustos de mediano tamaño, especialmente preparados para soportar este clima tan riguroso gracias a la generación de diversos mecanismos de adaptación al medio, como son la suculencia, la reducción foliar, la ampliación radicular, la espinosidad de sus tallos y hojas, etc. En las islas orientales, Lanzarote y Fuerteventura, de clima aún más seco que en el resto, la vegetación se halla dominada por especies herbáceas muy resistentes a la falta de agua, especialmente de los géneros Suaeda y Salsola, como Salsola divaricata y Suaeda vera, y arbustos espinosos como la aulaga (Launaea arborescens).
La vegetación típica del piso infracanario
son las formaciones de cardonales y tabaibales, caracterizados por la
presencia mayoritaria de especies de la familia Euforbiaceae: cardones y
tabaibas, que en conjunto forman una de las asociaciones vegetales más
típicas de las Islas Canarias que es el llamado Cardonal-tabaibal.
Los
cardonales presentan su mejor desarrollo en laderas y barrancos pedregosos,
y en ellos la especie dominante y que le da nombre es el cardón (Euphorbia
canariensis), una especie de singular aspecto y emblemática de la flora
canaria, que destaca del resto de la vegetación por su aspecto cactiforme y
sus grandes y carnosos tallos cuadrangulares de intenso color verde, que en
ejemplares bien desarrollados pueden alcanzar hasta más de 2 m de alto y
ocupar superficies de varios metros cuadrados. Los cardonales pueden
considerarse como el óptimo de vegetación en las zonas costeras más secas y
de suelos más pobres de las islas, donde con frecuencia los ejemplares se
desarrollan sobre suelo volcánico joven teniendo que aprovechar para su
enraizamiento las grietas existentes en la lava.
Los tabaibales tienen una distribución más variada dentro de la franja costera y se caracterizan por la presencia mayoritaria de varias especies de tabaibas, especialmente la tabaiba dulce, (Euphorbia balsamifera ssp. balsamifera), una planta que presenta un gran interés biogeográfico en relación al origen de la flora costera de las Islas Canarias, ya que cuenta con parientes muy cercanos en las costas africanas situadas frente a nuestras islas (Marruecos, Sahara, Mauritania...), así como en puntos aislados del África oriental. La forma y tamaño de la tabaiba dulce es muy variable, especialmente en función del tipo de suelos y de la intensidad de los vientos dominantes donde se desarrollan sus poblaciones, pudiendo aparecer tanto en forma de ejemplares casi pegados al terreno de apenas uno o dos palmos de altura, como llegar a formar grandes y muy ramificados arbustos de hasta más de 2 m alto y formas más o menos globosas.
Los tabaibales y cardonales están acompañados por
un cortejo florístico bastante particular formado por un numeroso conjunto
de herbáceas y arbustos de pequeño tamaño en el que intervienen numerosos
endemismos canarios, principalmente de los géneros Ceropegia, Aeonium,
Echium, Sempervivum, Tolpis, Chrysanthemum, etc. Algunos de ellos bastante
raros, como es el caso de los cardoncillos (Ceropegia fusca,
Ceropegia
dichotoma…), que con su color blanquecino destaca entre los suelos
volcánicos, las raras cuernúas (Caralluma burchardii),
la pequeña tabaibilla (Euphorbia
aphylla), o el muy espinoso
cardón de Jandía (Euphorbia handiensis).
Son muy frecuentes las especies
del grupo de los llamados bejeques o verodes, (Aeonium
hierrense,
Aeonium lancerottense,
Aeonium gomerense,
Aeonium percarneum,
Aeonium ciliatum,
Aeonium haworthii,
Aeonium davidbramwellii...), así como el verode (Kleinia
neriifolia), la leña buena (Neochamaelea
pulverulenta), y
diversos tajinastes (Echium decaisnei,
Echium brevirame,
Echium aculealum o
Echium leucophaeum) y margaritas (Argyranthemum frutescens,
Argyranthemum
gracile,
Argyranthemum haouarytheum…). También se encuentran algunas plantas
que por su facilidad de dispersión, germinación y bajos requerimientos
hídricos,
resultan dominantes cuando se destruye la vegetación natural, como es el
caso del balo (Plocama pendula), que junto a la tabaiba amarga (Euphorbia
lamarckii) pueden ser abundantes tanto en los sustratos inestables y
porosos de los barrancos como en los márgenes de cultivos en zonas áridas, y
otras que se especializan en colonizar terrenos nuevos, tales como la
vinagrera (Rumex lunaria).
En las zonas más próximas al mar aparecen las
especies halófilas, como la lechuga de mar (Astydamia latifolia), la uvilla
de mar (Tetraena fontanesii), o la siempreviva marina (Limonium pectinatum),
particularmente presentes en los saladares. Y en los espacios arenosos de
las islas orientales encontramos especies adaptadas a este suelo tan pobre,
como puede ser el balancón (Traganum moquinii), la lechetrezna (Euphorbia
paralias), la centidonia (Polygonum maritimum), la camellera (Heliotropium
ramosissimum), el salado (Schizogyne sericea), etc.
El cardonal-tabaibal
presenta también una interesante fauna invertebrada asociado al mismo, con
presencia de numerosas especies endémicas, como es el caso del escarabajo
del cardón (Lepromoris gibba), cuyas larvas se desarrollan exclusivamente en
el interior de los tallos muertos de los cardones.
También los grandes
ejemplares de cardón, que pueden llegar a ocupar superficies de varios
metros cuadrados, sirven de refugio a un importante grupo de especies
vegetales frente a la depredación del ganado caprino.
En zonas muy degradadas de los cardonales y tabaibales se encuentran con bastante frecuencia algunas especies introducidas con fines agrícolas, y posteriormente asilvestradas, como las tuneras o chumberas (Opuntia maxima, Opuntia dillenii, Opuntia tomentosa) o las piteras (Agave americana), y otras que por medios no naturales han llegado a Canarias y ahora se expanden a un ritmo acelerado como especies invasoras y destructoras de la vegetación natural como es el caso del rabo de gato (Pennisetum setaceum).
Este piso de vegetación ha sufrido un importante
grado de destrucción por parte del ser humano, tanto para el desarrollo de
espacios de cultivo para especies como el plátano o el tomate, como para la
construcción de grandes áreas poblacionales destinadas sobre todo al
turismo.
Aún así, todas las islas presentan aún tabaibales en un estado
de conservación aceptable, incluso en la isla de Lobos y en La Graciosa
existen curiosas manifestaciones de tabaibas. En cuanto a los cardonales, su
distribución actual se limita a las islas centrales y occidentales, donde
pueden encontrarse ejemplos muy bien conservados de este tipo de vegetación,
como en el Malpaís de Güímar, en Tenerife, y se conservan algunos restos en
Fuerteventura, como en Montaña Jandía o Montaña Cardones, pero están
ausentes en Lanzarote y en los islotes de Lobos y La Graciosa, donde se
supone que pudieron existir en tiempos remotos.
Frutos del cardón
Este piso de vegetación ha sufrido un importante
grado de destrucción por parte del ser humano, tanto para el desarrollo de
espacios de cultivo para especies como el plátano o el tomate, como para la
construcción de grandes áreas poblacionales destinadas sobre todo al
turismo.
Aún así, todas las islas presentan aún tabaibales en un estado
de conservación aceptable, incluso en la isla de Lobos y en La Graciosa
existen curiosas manifestaciones de tabaibas. En cuanto a los cardonales, su
distribución actual se limita a las islas centrales y occidentales, donde
pueden encontrarse ejemplos muy bien conservados de este tipo de vegetación,
como en el Malpaís de Güímar, en Tenerife, y se conservan algunos restos en
Fuerteventura, como en Montaña Jandía o Montaña Cardones, pero están
ausentes en Lanzarote y en los islotes de Lobos y La Graciosa, donde se
supone que pudieron existir en tiempos remotos.