Flora canaria > Geografía
Origen de
La diversidad actual de la flora de Canarias sería difícil de comprender si no
analizáramos, aunque sea brevemente, el origen de la misma y las peculiaridades
geológicas y climatológicas que caracterizan el Archipiélago.
En cuanto al origen de la flora, es necesario tener en cuenta que no todas las
plantas que viven actualmente en las Islas han llegado del exterior, sino que,
muy al contrario, muchas de ellas son fruto de una evolución en las propias
Islas, una vez que sus ancestros primitivos alcanzaron estos territorios. Así
tenemos, por una parte, sin contar con la flora introducida accidental o
intencionadamente por el hombre en los últimos años de la historia, dos
conjuntos bien diferenciados de especies dentro de la flora canaria: endémica y
no endémica, pero espontánea.
Es indudable que la flora actualmente en las Islas comenzó a vivir en estos
territorios una vez que éstas emergieron de los fondos oceánicos. Los terrenos
más antiguos del Archipiélago tienen una edad de 20 m.a., siendo las islas más
jóvenes, de acuerdo con las dotaciones que se poseen, El Hierro (0.7 m.a.) y La
Palma (1.5 m.a.).
Esta edad geológica ya nos sitúa en una época de la que conocemos, aunque sea
parcialmente, las floras que existían en las tierras próximas de África y
Europa.
La zona meridional de Europa, de acuerdo con los numerosos fósiles que se han
encontrado en lugares de la Península Ibérica, Francia e Italia, principalmente,
poseía unas condiciones climatológicas subtropicales que permitían el desarrollo
de una vegetación semejante, pero con mayor riqueza, a la que hoy podernos
observar en los bosques de laurisilva macaronésicos.
Al igual que los archipiélagos de Azores, Madeira y Cabo Verde, sin dejar de
mencionar a las pequeñas islas de Salvajes, las Islas Canarias han soportado,
desde territorios próximos (África y Europa), la invasión de un grupo de
plantas, en número impreciso, durante algunos millones de años.
Entre las especies de Canarias, Madeira y Azores, de posible origen europeo,
muchos son elementos importantes, por una parte, de los bosques de laurisilva,
entre los que podencos citar el «laurel» o «loro» (Laurus azorica), el
«vifiátigo» (Persea indica), el «tilo» (Ocotea foetens) o el «acebiño» (llex
canariensis), entre otros.
Otra zona importante, como origen de la flora canaria actual, fue todo Norte de
África. Los restos de vegetación que hoy se pueden estudiar en África oriental
(Somalia-Abisin) y en África septentrional, así como estudios de fósiles y
polen, parecen confirmar la existencia de una vegetación tropical y semiárida en
toda esta región, donde tuvieron que ser abundantes las comunidades de
phorbiáceas con las que se relación nuestras tabaibas y cardones.
Tenemos aquí un conjunto importante de especies endémicas igualmente de más de
un archipiélago, que caracterizan tipos de vegetación situados en cotas
inferiores a la laurisilva y por tanto en zonas más xéricas (con menos
pluviosidad y mayores temperaturas medias).
Podemos sefialar el «drago» (Dracaena draco), el «acebuche» (Olea europaea ssp.
cerasiformis), o «niarmolán» (Sideroxylon marmulano) como especies
macaronésicas. Otras especies, de distribución actual mediterránea y que
llegaron a las Islas en fechas lejanas, tales como pueden ser la «sabina»
(Juniperus phoenicea), e1 «almácigo» (Pistacia atlántica), el «lentisco»
(Pístacia lentiscus), viven también en este piso de vegetación.
Aparte de estos dos centros de origen de la flora canaria actual, parte de
nuestra vegetación manifiesta relaciones con el mundo mediterráneo oriental. Son
asimismo evidentes, pero afectan a pocos ejemplos, las relaciones con puntos
aislados de Asia meridional («harbusano», «mocán»), Oeste de Australia («palo
blanco»), así como con América del Sur. Todas estas relaciones aisladas es
probable que tengan su origen en la distribución de las floras tropicales
terciarias.
Por su parte, la vegetación de la alta montaña canaria (pinares y cumbres)
presenta unas afinidades típicamente mediterráneas, tanto en su composición
florística como en la estructura de la vegetación. Algo semejante ocurre en las
comunidades de zonas húmedas donde se hallan muchas plantas que pueden tener una
introducción reciente.
Finalmente, la flora de las zonas litorales, playas y acantilados, aun cuando
tiene algunas afinidades con la de las costas atlánticas europeas y
mediterráneas occidentales, posee unas relaciones más estrechas con la de los
territorios costeros africanos próximos.
La evolución que las primeras plantas sufrieron, una vez asentadas en las Islas,
fue tan grande que dio lugar a la separación de diversos grupos, típicos en
exclusiva del Archipiélago, tales como los «tajinastes» (Echium spp.),
«margaritas» (Argyranthemum spp.), «cerrajas» (Sonchus spp.) o «siempre- vivas»
(Limonium spp.). Aún más, otras especies sufrieron una selección mayor, lo que
ha permitido su separación como géneros endémicos. Hasta el presente se conocen
en Canarias 18 géneros endémicos, es decir, propios de las Islas. Otros, como el
género Bystropogon que agrupa a los «poleos», son comparados también con la isla
de Madeira, al igual que ocurre con el género Semele («gilbalberas»), Bencomia y
Marcetella («rosal de guanche» y «ramo de sangre», respectivamente) o el género
Schizogyne («salado»), que sólo existe en Canarias e Islas Salvajes.